viernes, 23 de marzo de 2018

A la caza del amor

Excelente edición de Libros del Asteroide

"—Es muy triste —dijo un día— pertenecer, como nosotras, a una generación perdida. Estoy segura de que en la historia las dos guerras contarán como una sola y nos aplastarán entre ellas, y la gente se olvidará de que llegamos a existir. Para eso, tal vez nos valdría más no haber vivido; es una lástima, en mi opinión."

Por suerte, Nancy Mitford (1904 - 1973) no hizo caso de las palabras de la protagonista de su libro. Para contradecir a su propio personaje escribió esta casi perfecta novela, que no llega a las 300 páginas y en la que caben aristócratas gruñones, relamidos y excéntricos estetas, capitanes hipocondríacos, mujeres desbocadas, padres perversos, niños que forman una romántica cofradía para declararle la guerra a todos los adultos que solo pueden habitar el lado pragmático de la vida.

Es mucho lo que cabe.

Es verdad que al ser tanto en tan poca extensión, por momentos corre el peligro de la superficialidad. Pero lo que falta en profundidad sobra en inteligencia, ironía, ritmo, y una manera tan elegante de llamar a las cosas por su nombre (cuando se tocan temas como la familia, la pareja, el sexo, la guerra, el fracaso) que uno quisiera encontrar más seguido novelas con la superficialidad de ésta.

Nancy Mitford retrata, a través de la ficticia familia Radlett, a su propia familia. En la solapa del libro se los trata de excéntricos; en otros blogs de reseñas aparece la palabra "extravagantes". Ni excentricidad ni extravagancia son, a mi criterio, las características principales de estos personajes. Son divertidos, por momentos patéticos; si tuviera que convivir con algunos de ellos es probable que perdiera rápidamente la paciencia; pero también son fascinantes. Son personajes con convicciones, que no tienen miedo de decir y de hacer, de juzgar y pelear, de amenazar y perdonar. A estos personajes no les suceden cosas: ellos son el motor de la historia. Por eso no hay una página aburrida ni absurda. Un libro cuyos personajes solo fueran extravagantes agotaría a las pocas páginas.

La propia Nancy, el personaje más excéntrico de todos

El libro se estructura en dos grandes partes: la primera transcurre cuando la narradora (Fanny) y sus primos son niños en la gran casa de campo de la familia Radlett. La narración es plenamente evocadora: la complicidad de los niños frente al mundo adulto, la fascinación ante la naturaleza y su salvajismo, los peculiares rituales familiares, la gigantesca figura paterna que aterra y cobija a la vez, la presencia segura de la madre, la desangelada entrada en la adolescencia femenina, la avidez por pertenecer a un círculo social más sofisticado.

La segunda parte se centra casi exclusivamente en el personaje de Linda, la prima que de niña liberaba a los animales de las sangrientas trampas del guardabosque y que de adulta sale a la caza del amor. Personaje entrañable y a veces extremo que encuentra en otros que la acompañan un perfecto equilibrio.


Y como telón de fondo, el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, una guerra que al principio parece una extensión de la Primera para revelarse luego como algo que rompe todos los esquemas.


Uno quisiera que la novela durara unas cincuenta páginas más. O que fuera el primer volumen de una saga familiar. Cuesta mucho despedirse de los Darlett, de la gran y helada casa cuyo único cuarto caliente era aquel en el que se reunían a confabular los niños. No creo que exista mejor elogio que pueda hacerle a este libro.


"- Cuantos más seamos, más nos reiremos-"



No hay comentarios:

Publicar un comentario